sábado, diciembre 09, 2006

Hoy no me siento muy animada... el tiempo parece haberse perdido y traerme añorados recuerdos que creí haber olvidado. Y la presencia de mi abuelita se vuelve inevitable, mientras me ahoga esa mezcla de alegría y tristeza, sintiendo que mi corazón no puede extrañarla más.
Alguna vez dediqué esta carta a una amiga que lo necesitó. Hoy quiero dedicarmela y agradecerle a mi hermana por estas hermosas palabras.



" Y se nos hace imposible continuar, lo sé. Y nos pasamos las mañanas, las tardes y las noches ahogando en lágrimas nuestro corazón, sólo queremos llorar, llorar y llorar. Y maldecimos todo y no entendemos nada, y rogamos jamás haber querido como lo hicimos, pero ya es tarde, ese cariño es todo lo que somos, y a esa personita le debemos nuestro ser. Y se nos pasan las horas añorando un abrazo que antes era parte de lo cotidiano y hoy solo puede ser imaginario.
Entonces queremos regresar el tiempo atrás, pero por más que lo deseamos incansablemente, nada vuelve, de hecho, todo parece correr mucho más rápido, pasan miles de trenes y no logramos tomar tan sólo uno. Nuestros oídos se cansan de oír a las voces decir que así es la vida, y nos volvemos sordos y nos sentimos solos. ¿Cómo puede seguir el mundo si en nuestro corazón se han detenido todos los relojes, hemos extraviado todos nuestros mapas y ha huido cada uno de nuestros sueños?…
Y sentimos que ya no somos los mismos, que algo nos falta. Y buscamos la felicidad escondida pero parece que jamás podremos pronunciar “piedra libre”. Cerramos los ojos y los recuerdos no se dan por vencidos, y parece que nada puede volver a ser igual, simplemente porque esa personita era alguien muy especial.
Y sí, tenés razón, sólo vos podés sentir tanto dolor, y es cierto, no tiene sentido pelear contra él, pero quizás no tengas que pelear, quizás sólo debas dejar que permanezca allí hasta que un buen día, tus ojos acostumbrados, dejen de notar su presencia. Nadie puede impedirte que llores así como tu razón tampoco puede exigirte que te pares y continúes tu camino como si ninguna tormenta lo hubiese atravesado. Necesitás llorar y necesitás sufrir porque esa es la forma que tiene tu corazón de mostrarte cuánto lo querés, de evidenciar cuánto lo extrañás.
Simplemente porque si no estrañáramos, no valoraríamos los abrazos, ni las sonrisas, ni las miradas, ni las palabras. No recordaríamos cuán orgullosa estaba aquella personita de nosotros. Y estoy segura que lo estaba, porque te vio crecer, porque te oyó decir abuelo por primera vez, porque te vio luchar.
¿Y entonces qué?… simplemente nada. Extráñalo, querelo, regalale lágrimas, pero también sonrisas; lo importante es que esas lágrimas no sean producto de la tristeza sino del amor. Recordalo siempre, guardale todo tu corazón si así lo querés, pero no se lo niegues a las otras personitas que están al lado tuyo y tanto te quieren, no les niegues a ellos tampoco tus sonrisas y tu felicidad."