lunes, diciembre 08, 2008

Lo observo frente a mí. Observo cómo me mira analizando cada gesto, cada movimiento, como si intentara leer mi mente a través de ellos. Pero yo solo lo observo. Y él espera una palabra mientras yo decido guardar silencio.
Recuerdo cuando nos encontramos aquella mañana. Compartíamos todo excepto silencios. Y hoy solo estos nos unen, la falta de valor para poner en palabras lo que mis sentimientos nos dicen a gritos desde meses.
Le ofrezco café mientras me levanto en huida, pero con un "No, te agradezco" me ata nuevamente a sus esperanzas. Me toma de la mano mientras me llena de palabras que alguna vez tuvieron sentido y hoy solo son eso, palabras.
-Te amo.- me susurra.
Y en lugar de acercarnos nos aleja. Intento encontrar una respuesta pero reacciono con una sonrisa encubierta, esperando que sea suficiente. Y ciertamente lo es. Mis silencios son su esperanza y, de alguna manera, también la mía.
Me levanto observando mi reloj, justificando mi salida. Y él solo continua mirándome en señal de aprobación. Recojo mis cosas y beso su mejilla rogando que alcance como despedida. Pero acaricia mi cabello en busca de una reacción o un reflejo.
Y es entonces cuando vuelvo a caer en sus brazos. Lo abrazo y me escondo en ellos, en aquel lugar que aun sigue siendo nuestro. Donde ayer guardaba alegrías y hoy oculto lágrimas que ninguno quiere ver. Pero allí somos nosotros, no hay velos ni disfraces.
En sus brazos solo somos nosotros mismos...
Y lo dejo solo con mis silencios, sintiendo que hoy estamos aun más lejos.